domingo, 27 de mayo de 2012

Black Ops Corporation, Kandahar Place Carrier (KPC)

 Llega un momento feliz en la vida del usuario de material táctico en el que se da cuenta de que el kit que venía usando (sea el de dotación de tu unidad o el que tú pensabas que era fantástico) era una mierda. O que se rompía, y había que cambiarlo de algún modo. Para ambas problemáticas sirve de ejemplo esta pequeña gema sin pretensiones.


En el bullicioso Afganistán de 2004 trufado de operadores occidentales aún con el chip de Desert Storm, la oferta de chalecos portaplacas era limitada y la compra por internet no había alcanzado su madurez. Incorporar modelos nuevos diferentes de los issued casi recién introducidos o simplemente reemplazar los dañados no era del todo fácil.

Ahí entra en juego un pequeño atelier local que pronto se especializa en productos de sencilla factura para satisfacer la creciente demanda de la gente de ISAF y PMC: Black Ops Corporation. Ofrecen chalecos, pouches y pistoleras de diseño más moderno que la mayoría del gear estándar a precios de ganga en comparación con las marcas de prestigio. Y sin más espera que todo lo rápido que puedan trabajar sus máquinas de coser.


Vista frontal, con placa SAPI en el interior.

Esta pieza es un Kandahar Plate Carrier, KPC en adelante. Originalmente en color verde, proviene de Gran Bretaña y tiene un número de serie militar a boli además de este artístico sprayado. Ha visto uso.


Lateral.


Trasera.

En una etiqueta bastante digna que muestra cierto orgullo de marca aparece etiquetado como una L más europea que americana. Las réplicas que se ven por ahí son XL, sensiblemente más grandes. Black Ops fabricó este KPC en OD, tan y negro hasta su cierre.

En 2005 costaba 40 dólares, casi el triple menos que cualquier cosa a la que meterle placas, y verdaderamente suponía una alternativa considerable frente chalecos como los Osprey mkI y II británicos.


Interior de la placa trasera, con etiqueta y costuras de anclaje.

Este diseño no es ingeniería nuclear, pero sí un ejemplo de pragmatismo y economía de medios. Alojamiento para placas (SAPI o Osprey) en pecho y espalda, unas hombreras de mercería de barrio, cierre ventral por velcro. Ningún clip. Las cintas PALS son de tamaño estándar, que no es mal detalle y más de los que otros chalecos posteriores e issued pueden decir.

Costuras y materiales son correctos. Definimos "correcto" como equiparable o ligeramente superior a mucho gear de airsoft pero sensiblemente peor que el de marcas premium en pesada cordura 1000D, de ese que van a heredar tus nietos. Sufriría  con placas de verdad y esta unidad que ya da muestras de fatiga probablemente no aguantase otro despliegue. 40 dólares, decíamos. Y todas las papeletas para regalárselo al traductor afgano después de que te hayas hecho con algo mejor. O para que acabe en Ebay, claro.


Detalle de costura, velcro frontal superior y diferente desgaste en el PALS.

El cierre por velcro resulta muy adecuado para este concepto, y logra una excelente sujeción además de ser muy rápido de quitar. El problema es que tiene fecha de caducidad (seis semanas quitándolo y poniéndolo ocho veces al día bastarán para que pida papas) y como todo velcro dará el coñazo si se satura de suciedad.


Frontal con abertura inferior extendida, réplica SAPI al lado.

Estas tiras en los hombros son otro gran acierto de diseño, proporción y adecuación al material, cumplen su función insospechadamente bien. Las tiras elásticas de mercería son el elemento de peor calidad del conjunto, pero también otra aportación estimable. Con el velcro del frontal superior es la única floritura del KPC, que (acertadamente) hasta prescinde del asa de extracción. En Black Ops no quisieron especular con si aguantaría el peso de un tío de 90 kilos.


Exterior de las hombreras, con la primera de las tres elásticas mostrando castigo.

Porque además de cumplir con su función principal que es sujetar unas placas, se le pueden enganchar cosas molle.


Como con los kebabs, uno nunca se harta de meterle cosas!

No está nada mal ni para el tiempo, ni para el lugar ni las circunstancias que vieron la gestación del KPC. Más allá de la curiosidad de un theather-made-piece-of-kit y que no es comparable al material issued o al comercial premium, el Kandahar desliza desde su simplicidad una valiosa lección: resulta mucho mejor pensar nuestro producto honestamente en respuesta a unas necesidades que copiar otros modelos o intentar un pastiche que cubra todos los requerimientos reales e imaginarios.

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